Esta escultura pertenece a la familia de los orgánicos. Está realizada en terracotta y una base de hierro.

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Esta formada por una serie de piezas cilindricas, colocadas tan juntas que empiezan a deformarse entre ellas, como si su proximidad las obligara a ceder. Las paredes laterales colapsan suavemente, creando ondulaciones y curvas inesperadas, fruto de la fricción y del contacto entre las piezas.

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Es una deformación orgánica, como si los cilindros respiraran juntos o se adaptaran unos a otros en un gesto de coexistencia forzada pero inevitable.

 

Al caminar alrededor de la obra, uno puede observar los pequeños pliegues y aplastamientos donde los cuerpos de barro se tocan, como si estuvieran en una constante negociación de espacio.